LOURDES PORTILLO + EDUARDO MAKOSZAY

30.11.2020 - 30.12.2020

Cómo puedo conectar la pantalla al humano y al humano con el humano a través de una máquina, ¿cierto?

Ese es el dilema. No es un dilema–es un juego, y es una meta.” (Lourdes Portillo, 1990)


Lourdes Portillo es una cineasta de indudable importancia para el cine de no ficción latinoamericano. Su lúcida filmografía, vacila entre el cine documental, el cine experimental y el videoarte. Inscribiéndose de manera sagaz en la genealogía del Tercer Cine, se volvió pionera en la exploración de la identidad latinoamericana; dentro y fuera de los Estados Unidos. Lidiando con temas de extrema complejidad socio-política, y explorándolos a través de una meticulosa investigación guiada por la intuición y los sentimientos, el trabajo de Lourdes, que ha documentado situaciones localizadas desde Argentina hasta California, resalta con cariño las relacionalidades poscoloniales que han surgido entre las pluriversales sociedades del continente comúnmente denominado “América”.

La decisión de compartir Espejos del corazón (Mirrors of the Heart) (1993), una de las obras menos conocidas de Lourdes, y que formalmente aparenta ser su película más tradicional, se da a partir del deseo de revitalizar la noción de experimentación cinematográfica en un momento crítico para las condiciones sociales y políticas, de Abya Yala y el mundo en general. Presentamos una película en la que Lourdes encaminó su experimentación hacia la tarea de informar a las audiencias de Estados Unidos acerca de las sociedades y culturas de Bolivia, República Dominicana y Haití, tejiendo un documental formalmente convencional, pero desafiante al modelo en el que fue producido, por su perspicaz análisis social, político y estético.

Espejos del corazón formó parte de la serie documental llamada Americas (1993) producida por la emisora PBS, pero Lourdes la “sentipensó” como cualquier otro de sus proyectos. Ésta enuncia directamente algunas de las cambiantes consecuencias y contradicciones que suceden en estos territorios a partir de la colonización Europea, y la neo-colonización Estadounidense. Haciendo uso de una aproximación procesual, nos muestra algunos elementos cristalizados, pero nos deja claro que estamos observando culturas en proceso de transformación e hibridación: presentando rasgos y fragmentos de lo que fueron, y de lo que serán. 

Para contextualizar este trabajo a una audiencia nueva, la presentación de la película está acompañada de una conversación entre Lourdes Portillo y Eduardo Makoszay, en la que podemos descubrir un poco más de lo que ocurre entre las imágenes, los sonidos, los cortes y aquello que reflejan entre sí.

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ESPEJOS DEL CORAZÓN (MIRRORS OF THE HEART) de LOURDES PORTILLO / 1993 / 58 min / video/ Estados Unidos, Bolivia, Haití, República Dominicana



Entrevista a Lourdes Portillo por Eduardo Makoszay

Eduaro Makoszay: Suele decirse que el corazón es un elemento constitutivo en tu filmografía. Para abrir esta conversación, quisiera preguntar: ¿cuál es el rol del corazón en tu cine?

Lourdes Portillo: Para mí, más que nada siempre consideré que el cine ha sido una arma y que a través del corazón, o diré, los sentimientos, y un acercamiento a la verdad como la estamos viviendo en el momento de filmar, uno puede mover al público de una manera positiva, hacia el bien.

Creo también que para mí el cine es más que todo un arte, que tiene muchísimos desafíos e inspiraciones. Por supuesto hay géneros y hay acercamientos, hay estilos y hay imitaciones, pero lo que más me inspira es la verdad, los sentimientos y la experimentación en el cine.

EM: ¿Puedes contarnos un poco más sobre la idea de “cine como arma”?

LP: Bueno siento que el poder del cine es arrollador, por supuesto que es muy convincente porque posee muchas armas seductoras. De eso nos dimos cuenta bastante temprano después de su invención. Los rusos al principio usaron esta invención como una gran arma para convencer, ¿verdad? Y hoy en día nos convence Hollywood de sus prioridades e intereses.

EM: Considero que Espejos del corazón es una de tus películas cuya temática resulta más externa a tu propio contexto, ¿cómo fue trabajar con personas y temáticas situadas en los territorios de Bolivia, Haití y República Dominicana, que hasta cierto punto, te eran distantes?

LP: El vivir en los Estados Unidos, la vida que viví yo, en realidad me une profundamente a todos los latinoamericanos de diferentes razas. En este país uno se acerca a los de uno y ahí aprendemos la vida de todos, compartimos similitudes y diferencias, nuestras historias se unen y nos sentimos como parte de una gran familia. La filmación fue muy linda y emocionante. Sentía un gran apego por nuestros protagonistas.

EM: ¿Cómo se materializó Espejos del corazón?

LP: Espejos del corazón fue una película que tuvo su concepción en las oficinas de PBS. Una primera versión fue escrita por académicos de varias universidades estadounidenses y productores escogidos de antemano, para que yo llegara a producir mi versión de lo que ellos habían concebido inicialmente. Después de eso, yo concebí la historia que se filmó incluyendo mi propia experiencia dentro de ese marco de racismo, que siempre sentí. En ese momento, era un tema muy poco trabajado, pero yo consideraba que era un tema importantísimo.

De antemano, a mí me interesaba profundamente el tema... La idea de la identidad de los latinoamericanos, y esa problemática que nos agobia desde la conquista. Para mí fue un gran desafío, significaba descifrar lo que hasta cierto punto sufrí yo de joven. Hice la película con mucho entusiasmo y seriedad. La investigación fue muy minuciosa, más de lo que se había hecho por los productores. Ésta fue larga y profunda, en cambio la filmación fue mucho más rápida porque ya sabíamos lo que íbamos a hacer. 

Al principio del proyecto trabajamos con teorías académicas, y era nuestro trabajo darles vida y encontrar a nuestros protagonistas, osea, era lo más emocionante estar en el campo viviendo  y filmando... Creando la película, acertando con las ideas o no... Pero más bien, viendo cómo éstas se desarrollaban y se convertían en nuestros personajes.

EM: ¿Cómo fue la aproximación con los protagonistas?

LP: Eso dependía mucho de la personalidad de los escogidos, y cómo cuadraban con nuestras teorías. También su experiencia racial dentro de la sociedad. Pero antes de la filmación, notamos que muchas de las teorías de la pre-producción tenían que ser revisadas.

Cuando todo cuadraba, cuando los personajes decían cosas que nos habíamos imaginado, cuando todo caía en su lugar, entonces era ahí donde les pedíamos cooperar. Todo fue una gran aventura, descubriendo muchas cosas, de las cuales algunas se hablaban y otras no.

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EM: Tanto los aimara, como los dominicanos y los haitianos, poseen una gran cultura musical. ¿Puedes contarnos sobre el uso y la selección musical en Espejos del corazón?

LP: Toda Latinoamérica tiene una herencia musical en proceso por cientos y cientos de años...mucho antes de la conquista. Los habitantes de este continente, tenemos un gran apego a nuestra música. Que ha evolucionado de la mezcla de música nativa, música de la península de Iberia, al igual que de la música Africana. Yo siempre me sentí muy inspirada por nuestra música y eso quería mostrar en esta película.

Solo fue cuestión de hacer una incursión a la historia musical de cada país, y enamorarse de la música para cada parte de la película, escuchándola en los clubes o en la radio. Fue una linda experiencia de investigación.

EM: En una entrevista de 1990, con K. Newman y R. Rich, mencionaste que te relacionas con el mundo como una madre. ¿Consideras que este era el caso mientras realizabas Espejos del corazón?

LP: Sí creo que sí, es una manera de estar unidos dentro de nuestra cultura latinoamericana, y también una forma de protegernos entre nosotros... Sabemos muy bien quien está de nuestro lado, y tenemos que protegernos. Ese es mi sentimiento, me imagino que es como un sentimiento maternal.

EM: En tu entrevista de 1998 con Rosa Linda Fregoso, mencionas que te sientes canalizadora de una colectividad, ¿me puedes hablar de cómo llegaste a esta idea y de cómo ésta se refleja en tu trabajo y su producción?

LP: Yo tengo una gran apreciación por nuestra gente, y al mismo tiempo siento que hay una baja apreciación por nuestras culturas, entonces, ¡qué cosa más linda! Poder hablar de nuestras culturas y nuestra historia, yo creo que desafortunadamente en este país, EEUU, hay una falta de respeto hacia nosotros, que es muy evidente en todos los ámbitos y cuando me ofrecieron hacer esta película lo tomé muy en serio, eso fue por ahí de 1986.

EM: Espejos del corazón fue estrenada un año antes que El diablo nunca duerme. Estas películas, en mi opinión, representan dos polos opuestos dentro de tu filmografía. ¿Se empalmaron los procesos de ambas películas?

LP: Cada película tiene su propia razón de ser. Creo que de alguna manera me sentí algo restringida por el trabajo en Espejos del corazón y quería llegar más a fondo de las peculiaridades de mi propia familia y cultura, quería sentirme libre del documental de fórmula y traté de experimentar mucho más con El Diablo, en todos sus acercamientos formales. Sentí que por fin podría hacer un trabajo de arte y experimentar con la forma, y así fue.

EM: ¿Cómo entiendes el rol del cineasta documental dentro del campo de las humanidades, y también dentro de la sociedad en general?

LP: Yo creo que las humanidades se unen en su propósito al quehacer cinematográfico, particularmente al documental, me gusta que como cineastas tenemos un gran apego a la realidad y a la verdad y esos son límites que guían a uno por un camino muy serio y al mismo tiempo muy artístico y humano.

EM: ¿Tienes alguna relación, o te sientes influenciada por los realizadores del Tercer Cine?

LP: Yo tuve la gran oportunidad de conocer a muchos de los realizadores del Tercer Cine, o sea el Nuevo Cine Latinoamericano, a finales de los años 70 y hasta el presente en Polonia, casualmente en el Festival de Cracovia. Para mí fue una sorpresa caída del cielo, empecé a ver películas hechas por cineastas con una meta diferente, con ideas radicales, con habilidades extraordinarias para hacer cine, y con un sentido de misión de hacer el bien en nuestros pueblos. Creo yo que fue ese el aliento de inspiración que se fue atravesando en mi carrera... ¡Para pensar en que se necesitaba producir! Y me propuse una gran meta. Total muchos de ellos fueron mis amigos y mi inspiración hasta hoy día. Creo que este movimiento dejó un gran legado entre nosotros los cineasta que llegaron después a Latinoamérica

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Eduardo Makoszay Mayén es un cineasta e investigador de la Ciudad de México. Sus películas se han proyectado en los festivales Ji.hlava, Sitges, Open City, CPH:DOX y Black Canvas. Entre 2018 y 2019, co-organizó el Cineclub15asientos, una serie de exhibiciones de películas experimentales y etnográficas en 16 mm, en colaboración con el Institut français de América Latina. Curó el programa de cine en línea “En contra del documental espectáculo” para Casa del Lago-UNAM. Ha impartido clases de apreciación y práctica documental en la escuela comunitaria Faro Aragón. Es parte del equipo detrás de Materia Abierta, una escuela sobre arte, teoría y tecnología.


Lourdes Portillo nació en Chihuahua, México y creció en Los Ángeles, Lourdes Portillo ha realizado películas galardonadas sobre América Latina, México, la experiencia chicana y  problemas de  justicia social durante casi treinta años. Desde su primera película, Después del Terremoto (1979), ha producido y dirigido más de una docena de obras que revelan su estilo híbrido característico como artista visual, investigadora, periodista y activista. La obra de Portillo incluye la película premiada por la Academia® y nominada al premio Emmy® Las Madres de la Plaza de Mayo (1986), La Ofrenda: Días de muertos (1988), Colón a juicio (1992), El diablo nunca duerme (1994), Corpus: Una película para Selena (1999), My McQueen (2004) y Al Más Allá (2008). Su más reciente largometraje, Señorita Extraviada (2001), un documental sobre la desaparición y la muerte de mujeres jóvenes en Ciudad Juárez, México, recibió un Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance, Mejor Documental en el Festival Internacional de Cine de La Habana, el Premio Néstor Almendros en el Human Rights Watch Film Festival, y un premio Ariel, de la Academia Mexicana de Cine. En 2016 Portillo recibió el premio Anonymous Was a Woman y una beca por su trabajo, y en 2017 fue honrada con el premio Career Achievement Award de The International Asociación de Documentales (IDA). En 2019, Portillo fue curadora de la Academy of Motion Picture Arts & Sciences’ historic Pacific Standard Time: Latin America to Hollywood: Latino Film Culture in Los Angeles 1967-2017 Oral History Projects, que son historias orales  y entrevistas con notables cineastas latinos, latinoamericanos y chicanos, incluida la propia Portillo. En los últimos años, Portillo continuó su exploración dentro del cine experimental, creando su cortometraje documental animado State of Grace (2020). Las películas de Portillo continúan mostrándose en televisión, festivales culturales y de cine, museos e instituciones educativas.

Las Madres de Plaza de Mayo (1986), el documental creado con Susana Blaustein Muñoz. Nominado a un Oscar en 1986 por Mejor Documental, Las Madres documenta las valientes acciones políticas de las Madres de la Plaza de Mayo, un grupo de mujeres argentinas que se reúnen semanalmente en la Plaza de Mayo de Buenos Aires para recordar a los niños. que "desaparecieron" durante la Guerra Sucia (1976-1983).


Señorita Extraviada (2001) es un documental que se desarrolla como el misterio sin resolver que examina: el secuestro, violación y asesinato de más de 350 mujeres jóvenes en Juárez, México.

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