Un hombre camina de un lado al otro en una playa vacía, entre rápidas exposiciones en blanco y negro. Va dibujando círculos en la arena con una hoja de palma dislocada mientras la cámara intenta apresuradamente capturar las formas antes de que sean borradas por las olas. En Playa Negra/Caballo/ Campamento/Los muertos/ Fuerzas, cada elemento de estudio se convierte en uno de estos círculos en la arena; son evidencia de algo que siempre está presente, pidiendo ser reconocido antes de que sea demasiado tarde.

La obra de Beatriz Santiago Muñoz trabaja principalmente con la historia y el misticismo del Caribe. Al combinar estudios, retratos y rituales, sus películas logran desafiar los parámetros de la investigación y llevarlos fuera de la pedagogía de la ciencia y el derecho. Su tema de estudio en Playa Negra/Caballo/ Campamento/Los muertos/ Fuerzas es Vieques, una pequeña isla cerca de Puerto Rico que se encuentra altamente contaminada por metales pesados ​​y productos químicos. La contaminación de Vieques es el resultado de 60 años de uso como campo de bombardeo por parte de la Marina estadounidense.

Vieques es uno de los sitios más contaminados del mundo con una de las tasas de enfermedad más altas de la región del Caribe. [1] En la última década, a pesar de sus esfuerzos, los habitantes de la isla no han recibido el reconocimiento ni el tratamiento adecuados de parte del gobierno estadounidense debido a la falta de "evidencia causal" que vincule la contaminación con el aumento en las tasas de cáncer, trastornos autoinmunes, sistemas nerviosos dañados y defectos de nacimiento.[2] La aceptación de la evidencia que ha sido revisada y presentada múltiples veces sigue siendo imposible frente a un gobierno que controla la tierra y las personas afectadas. ¿Dónde comienza el proceso de reparación y curación dentro de un marco extranjero? ¿Se puede dar sentido al trauma sin concretizar los mismos hechos que han sido rechazados como verdad?

Santiago Muñoz busca la evidencia más allá de los hechos. A través de la mirada lateral de su cámara, el misticismo y la evidencia causal se encuentran cara a cara. En un rápido montaje de primeros planos, Santiago Muñoz enmarca a un caballo parado en la arena y un hombre mayor, quien se presume es su cuidador. Ambos miran al objetivo de la cámara con la misma gravedad. La película en blanco y negro se mueve entre sujetos que viven en el denso bosque circundante y la arena de magnetita negra, creando una imagen de la vida en la cual el tiempo es histórico y sincrónico.

En los descansos entre los movimientos erráticos de la cámara, la artista observa meditativamente el trauma intergeneracional y el anhelo a través del retrato. Dos niños lanzan un esqueleto de plástico bajo la línea del horizonte de una de las costas más contaminadas del mundo, reconociendo la cámara antes de comenzar a jugar entre ellos nuevamente. La siguiente escena se centra en la cara de una mujer mayor–con un pequeño círculo pintado en la frente–vista anteriormente tirada en el suelo del bosque. Gracias a la descripción de Santiago Muñoz de la película reconocemos que esta mujer ha protegido un árbol sagrado en la isla por muchos años, superando muchas enfermedades durante su lucha. Con una mirada que no cambia, la mujer nos observa directamente, hasta el final de la película.

No hay voz orientadora que forme la infraestructura de cada historia en Playa Negra/Caballo/ Campamento/Los muertos/ Fuerzas. Al contrario, cada investigación visual está acompañada por un notable y constante silencio. El movimiento de las olas en una playa de arena negra es tan fuerte o silencioso como el protector de un árbol sagrado; Los caballos débiles y viejos son tan inocentes como dos niños pequeños que juegan alegremente en las profundidades del océano. Ante la ausencia del ruido, Santiago Muñoz redefine el silencio que rodea la isla, juntando signos de vida y espíritu para sanar en lugar de sufrir.

Ehm West 05.15.2020